Para las fiestas de fin de año los acompañamientos y guarniciones que se sirven tienden a ser un poco más pesados.

Cantidades copiosa de crema, queso y salsas son usadas durante el mes de diciembre para básicamente ahogar a unas pobres papitas, camotes o vainicas en una bandeja o pyrex.

No me mal entiendan el brócoli con salsa de queso es delicioso, igual la coliflor, pero llega un punto en el estamos colocando marshmallows sobre una capa de puré de camote y empezamos a preguntarnos qué exactamente estamos haciendo con nuestras vidas.

El camote debería saber dulce sí, pero no al punto de que mi guarnición pueda ser fácilmente confundida con el postre.

Para mí los camotes son mejor disfrutados cuando hay cierto contraste de sabores.

Si hago papas fritas de camote me gusta acompañarlas con una mayonesa de sriracha.

¿El puré de camote? Me gusta hacerlo con camote anaranjado, leche evaporada, sal, pimienta y ajos rostizados.

Estos vegetales son un buen ejemplo de cómo un sabor contrastante ayuda a otro.

En este caso lo dulce del camote lo contrasto con el ácido del vinagre y las manzanas y el sabor intenso de las cebollas más bien lo complementa, el romero perfuma todo y lo amarra creando así una guarnición facilísima de hacer y que combina muy bien con platos de cerdo, pavo y pollo.

Lo mejor de todo es que no es un acompañamiento muy complicado ni pesado así que lo podemos hacer fácilmente durante todo el año.

Súper tip: Si les llega a sobrar de estos vegetales al día siguiente simplemente los ponen a hervir con un poco de caldo de pollo. Una vez que hiervan los licúan, le agregan un poco de mantequilla y como en 15 minutos ya tienen una crema riquísima que pueden acompañar con unas tostaditas con queso.